Cuentos infantiles
Los cuentos clásicos a pesar de haber sido escritos hace muchísimos siglos, continúan cautivando la imaginación de grandes y pequeños de una manera que los autores contemporáneos solo pueden soñar. En nuestro portal encontrarás versiones cortas de los cuentos tradicionales enfocados hacia el aprendizaje de valores.

El cuento narra la historia de una curiosa niña que irrumpe en la casa de una familia de osos y que es sorprendida infraganti por los dueños de la casa. Una historia que no solo les enseñará buenos valores a los niños sino que les hará volar a un increíble mundo de fantasía e ilusión.
Ricitos de oro

Los tres cerditos viven con su madre hasta que un día ella les dice que tienen que independizarse. Se despiden de ella y cada uno construye una casa: de paja, de madera y de ladrillos. Pero el lobo feroz destruye la casa de paja y la de madera y los cerditos huyen a casa de su hermano. ¿Conseguirán superar su miedo y vencer al lobo?
Los tres cerditos

La malvada madrastra de Blancanieves no puede soportar que la belleza de la joven sea superior a la suya y decide acabar con su vida. La bellísima Blancanieves consigue refugiarse en una minúscula cabaña del bosque en la que habitan siete simpáticos enanitos. A pesar de todo, la cruel madrastra consigue dar con su paradero y la envenena con una manzana. El veneno sumirá a la joven en un sueño eterno del que tan sólo un príncipe azul podrá despertarla.
Blancanieves y los siete enanitos

Había una hoja de papel sobre una mesa, junto a otras hojas iguales a ella, cuando una pluma, bañada en negrísima tinta, la manchó completa y la llenó de palabras.
– “¿No podrías haberme ahorrado esta humillación?”, dijo enojada la hoja de papel a la tinta. “Tu negro infernal me ha arruinado para siempre”.
– “No te he ensuciado”, repuso la tinta. “Te he vestido de palabras. Desde ahora ya no eres una hoja de papel sino un mensaje. Custodias el pensamiento del hombre. Te has convertido en algo precioso”.
En ese momento, alguien que estaba ordenando el despacho, vio aquellas hojas esparcidas y las juntó para arrojarlas al fuego. Sin embargo, reparó en la hoja “sucia” de tinta y la devolvió a su lugar porque llevaba, bien visible, el mensaje de la palabra. Luego, arrojó el resto al fuego.